INTELIGENTES, SEGURAS Y SOSTENIBLES. ASÍ SON LAS SMART CITIES

Las ciudades inteligentes son el resultado de la necesidad de orientar nuestra vida a la sostenibilidad.

 

Las ciudades de la actualidad generan grandes cantidades de datos en tiempo real, y es por ello, que su uso inteligente que va de la mano de las tecnologías de la información y comunicación que pueden facilitar el hacer frente a los retos presentes y futuros.

Las Smart cities o también conocidas como ciudades inteligentes, son el resultado de que cada vez más estamos teniendo la necesidad de orientar nuestra vida y dónde vivimos hacia la sostenibilidad. En consecuencia, las ciudades han empezado a usar el potencial que ofrece la tecnología y la innovación para promover un desarrollo sostenible en el que se sirven de las infraestructuras, la innovación y la tecnología y así disminuir el consumo energético y reducir las emisiones de CO2.

Todo ello se hace a través del aprovechamiento del potencial, como se explica anteriormente, de la tecnología para que así se puedan ahorrar costes siendo más eficientes, promoviendo nuevos servicios tanto económicos, como sociales, se pueda reducir la huella ambiental, estimular la innovación local y avanzar hacia nuevas formas de gobierno en la Smart City.

Algunos de los ejemplos que los ciudadanos pueden percibir de los proyectos de una Smart City, son las tecnologías que mejoran el flujo del tráfico, los alumbrados eficientes mediante la energía solar o las construcciones de viviendas que están equipadas con sistemas que permiten ahorrar en calefacción o refrigeración.

Estrategias para que la ciudad sea inteligente 

Los gobiernos locales establecen reglas tanto abiertas como transparentes para el uso de datos abiertos por parte de usuarios y entidades privadas. Además, se han comprometido a hacer accesible a todos los usuarios las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC) y la infraestructura de Internet de las Cosas (IoT) y han evitado la creación de espacios cerrados o compartimentados entre los departamentos de gobierno.

Las ciudades junto a sus socios, han trabajado de manera activa y eficazmente para involucrar a los ciudadanos en las iniciativas de la ciudad inteligente. Se destacan sobretodo los casos en los que los beneficios de este tipo de ciudad tienen beneficios muy visibles para los residentes, como por ejemplo la iluminación inteligente y los sistemas inteligentes de aparcamiento.

Esta infraestructura ‘smart’ que se desarrolla de manera escalable para que pueda ir creciendo y evolucionando con el fin de que pueda satisfacer las necesidades del futuro, el mismo tiempo que es capaz de garantizar la seguridad de los datos gubernamentales y privados.

Barcelona, la ciudad más inteligente de España 

En el actual ranking mundial, Barcelona se sitúa como la cuarta ciudad más inteligente. Esto se debe a que dentro de la ciudad considerada como segura y sostenible, se destinaron 200 hectáreas de suelo industrial, en el barrio del Poblenou para convertirlo en un distrito productivo e innovador, con diferentes espacios modernos para la concentración estratégica de las actividades intensivas en conocimiento.

Para poder lograr este objetivo, se creo un modelo de ciudad compacto, donde las universidades conviven con las empresas más innovadoras, centros de investigación, formación y de transferencia tecnológica, además de las viviendas, equipamientos y zonas verdes. De esta forma, se define un nuevo modelo económico que se basa en cinco clusters sectoriales: Media, TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), Energía, Diseño y Tecnologías Médicas. Además, con todo ello, se facilita el crecimiento de las empresas, la creatividad, el networking, la atracción y la retención del talente y, el acceso a la innovación y la tecnología.

Esta zona se conoce como el distrito 22@ y cuenta con una centralidad urbana y metropolitana extraordinaria. Está bien conectado con el centro de la ciudad, con una propuesta importante de parques, ocio, restauración, comercios y bienestar. Con ello, se marca la semilla de la generación futura, por lo que Stoneweg decidió invertir en el corazón productivo de la ciudad con dos proyectos: LUXA y WIP.

El edificio LUXA es la remodelación al completo de la manzana de la Fábrica Pons, y se construirá una zona verde con un paisaje que se complementa a la nueva estructura urbana actual.

El proyecto se compone por dos volúmenes independientes uno es el edificio plateado (Silver de 9920m²) y el otro es el edificio dorado (Gold de 6494m²). La luz es la protagonista de ellos, por eso las fachadas se componen de cristales con alta protección solar, a partir de la serigrafía de unas franjas reflectantes verticales. Por lo que se podrán ver perfectamente en el interior y creará una imagen única y representativa.

LUXA es un complejo de oficinas de última generación, con un diseño y personalidad que va unido a las tecnologías avanzas y eficiencias energéticas, por lo que tiene el sello de calidad LEED Gold.

Doce plantas en total son las que completan este edificio que se divide de la siguiente manera: el sótano que se convierte en un aparcamiento común con 245 plazas para el coche, 40 espacios para motos, 48 para bicicletas y 10 puestos de carga para vehículos eléctricos y eficientes distribuido en tres plantas, después nos encontramos con una planta baja y el resto, son ocho pisos superiores.

El edificio WIP está compuesto por oficinas exclusivas y vanguardistas, todo ello de nueva construcción. Al lado del LUXA, en la misma manzana es donde lo podemos encontrar. Su adaptación volumétrica se convierte en una doble virtud funcional para las oficinas con terrazas exteriores mejorando la iluminación.

Una de las características del WIP es su fachada, no sólo es elegante, sino que también es distintiva ofreciendo singularidad diferente a la de un edificio convencional que se genera con un muro cortina de perfiles metálicos. Los vidrios de la misma, crean una serigrafía específica, creando un damero bitono de blanco y negro, con alta protección solar, dando luminosidad al interior sin reducir la visibilidad al exterior. Gracias a las características térmicas de la fachada, la elección de materiales óptimos por sus prestaciones y su origen sostenible, y, la generación energética centralizada, le han ayudado a conseguir el sello de calidad LEED Gold.

 

 

 

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